UN AUDÍFONO TÚ, UN AUDÍFONO YO


    Me tocó en el asiento final que queda al lado de la ventana, no había nadie al lado mío, lo cual me agradó. Comencé paulatinamente a ver un paisaje borroso, podía observar cómo los cableados eléctricos dibujaban líneas irregulares y los árboles creaban manchas verdosas en el cielo nublado. Saqué mis audífonos, los desenredé y me puse uno en cada oreja y elegí una canción. Me quedé absorta en mis pensamientos mientras miraba a través de la ventana; empecé a reflexionar sobre el futuro, cómo sería esta nueva etapa en mi vida fuera de mi hogar, cómo lo haría para poder visitar a mi familia, si iba a poder hacer amistades, si iba a poder rendir académicamente, sin embargo, algo me sacó de mi mente, de repente, el bus se había detenido en un terminal de buses a recoger pasajeros como lo hace normalmente. Por el pasillo ya se podían ver a las personas buscando sus asientos determinados y pronto noté que alguien se acercaba al mío, mientras más se iba acercando, más confirmaba mi teoría sobre quién era. Él me saludó, lo saludé de vuelta, se podía notar en mi voz un atisbo de nerviosismo. No sabía realmente qué decir. Me preguntó cómo había estado, le respondí que bien, que había quedado en la Universidad y me estaba mudando cerca de ella, obviamente, también le pregunté lo mismo, y él me respondió que estaba ya en su penúltimo año, estaba feliz por ello y todo marchaba bien por el momento. Empezamos a charlar sobre el pasado, las conversaciones que habíamos tenido alguna vez, pero esta vez pudimos hablar de una manera distinta, más profunda y personal. Se le notaba más maduro, más mayor, cambiado, pero sin perder la esencia que le caracterizaba; tenía el pelo más largo, una barba de unos días quizás. Mientras más hablábamos pude notar algo en su mirada, no sabría cómo explicarlo, pero es como si sus ojos me intentaran comunicar algo. En un momento, nos quedamos en silencio y le propuse que escucháramos música juntos, él tenía un audífono y yo el otro. Encontré una lista de reproducción y la puse en modo aleatorio. Pasaron tres canciones y ambos nos quedamos mirando el paisaje, en el cual los letreros ya anunciaban nuestro destino. En un momento, se puso una canción que coincidía totalmente con el escenario que estábamos viviendo los dos, Un Audífono Tú, Un Audífono Yo de Javiera Mena invadía nuestros oídos, a medida que se descubría la letra ambos nos miramos y nos reímos. Sus ojos no se separaban de los míos, y yo, por alguna razón no dejaba de contemplarlos, la mirada que antes él tenía cambió a una que pude entender claramente; se acercó a mi rostro, separó sus ojos de los míos para observar mis labios, y entonces yo cerré el espacio que nos apartaba y le di un beso, uno dulce, que con el paso de los segundos se volvió mucho más intenso y mágicamente iba al ritmo de la música. Nos besamos al mismo tiempo que sonaba la parte final de la canción. Nos separamos y le pregunté dónde se bajaba, él me dijo en el terminal de buses, yo me bajaba en un paradero, por lo que me tocaba irme primero que él. Cuando nos aproximábamos a mi destino, me despedí de él, le dije que a pesar de todo este tiempo siempre lo quise y le di un último beso antes de que el chofer abriera la puerta para poder bajarme y no mirar hacia atrás.


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